ESPACIO ENSŌ
Silvio
Acevedo
bio
Silvio Acevedo nació en la ciudad de La Plata el 29 de enero de 1972.
Se formó como arquitecto en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, estudio dibujo en la Facultad de Arte de la misma universidad en el área de extensión universitaria y en diversos talleres con distintos maestros como Gabriel Busquets y Christian Mazzuca entre otros. Su trabajo como pintor comenzó en una etapa tardía a sus 39 años de edad, pero su dedicación fue intensa hasta la actualidad, participando de diferentes salones nacionales y provinciales, siendo seleccionado y premiado en algunos de ellos como en el Salón Provincial de Agrimensura, Museo Provincial Emilio Petorutti, 2015 y en el Salón Provincial Molina Campos, Museo Provincial Emilio Petorutti, 2016. También a expuesto su obra en diferentes salas y museos de la Provincia de Buenos Aires como en el Museo Provincial Emilio Petorutti, el Museo Municipal de Arte de la ciudad de la Plata, la Casa Curuchet, proyecto del prestigioso arquitecto suizo-Frances Le Corbusier y ejecutada por el arquitecto Argentino Amancio Williams, y en la Art Box Gallery de Houston, EEUU, entre otros espacios. Su producción, recientemente (2022), fue elegida por el director de cine Martín Riwnyj para ser el cuerpo de obra de su película “Vladimir” (aún no estrenada) protagonizada por Daniel Aráoz.
Su obra toma como objeto de trabajo la figura humana, como disparador para construir el cliché que luego será desarmado por la catástrofe pictórica, para ser llevada casi a lo conceptual. La imagen transita desde la representación concreta de la figura, hasta su descomposición o ruptura propiciada por el lenguaje plástico y la materia. En el proceso o camino que recorre junto a su trabajo, la obra es sometida a una violenta desconfiguración, producto de la emocionalidad, el error y los desaciertos, que en definitiva son los que dan la identidad expresionista como resultado. Su producción no intenta transmitir de manera directa ningún mensaje específico, no quiere demostrar ni ser argumento alguno, sin embargo, en la mirada del observador, se convocan diferentes sensaciones potentes y disruptivas.
Su escala de trabajo habitual es el gran formato, en donde la relación de la imagen está directamente ligada a la dinámica de su propio cuerpo y el espacio, quizás por haber desarrollado gran parte de ella en un pequeño departamento donde habitaba. La obra cobra vida en relación al lugar, a su escala, de cerca y de lejos, desde el detalle de la proximidad y el impacto de la distancia. Transita desde el color estridente y vibrante hasta el blanco y negro, desde la simpleza de la carbonilla y el látex hasta la complejidad del acrílico y el óleo, todo según el clima buscado. Sin embargo, no escapa a la pequeña escala, donde pone a prueba el acento concreto del retrato, oficio ancestral del pintor.
Su carrera aún es corta, tan solo diez años de producción, pero su empeño y dedicación la hace atemporal, tan agitada y desconfigurada como la vida misma, la de él y la de todos. Quizás también por esta condición temporal, es imposible catalogar o atomizar su producción por etapas o temáticas, aún es un cuerpo sólido, solo el tiempo hará ese trabajo.
“creo fervientemente en el oficio del pintor y lo reivindico, estoy convencido que la pintura de caballete aún tiene mucho para decir, o por lo menos yo sí. Destaco la palabra oficio, que representa trabajo arduo y sistemático, solo así, a mi entender, se puede llegar a resultados superadores, sin trabajo constante ni construcción de oficio, el talento es solo una anécdota.”
En la actualidad sigue trabajando en La Plata, su ciudad natal y referencia, alternando la pintura con la docencia universitaria.
“ojalá pueda seguir pintando por siempre, espero seguir enfrentándome a la tela, casi indefenso, casi frustrado, esperando encontrar ahí un motivo vital, ojalá pueda seguir mostrando mi trabajo y poniéndolo al juicio de quienes quieran verlo, ojalá siga teniendo ganas.”
